La penúltima del 22.


Hoy quedada en Can Miquel a las 7,30 para consumar el plan fraguado en Soller unas semanas atrás y que implicaba de nuevo sentarnos a la mesa alrededor de un cadáver. Uno de 7'5 kgs. cortesía de los cumpleañeros Salinas y Eco, que celebran su aniversario más que un argentino la copa del mundo. Pero empecemos por el inicio.

Cafetito y salimos con algo de retraso sobre la hora ya que el sherpa Fabián, que debía atender otros asuntos más... candentes, no estaba. Callejeamos con la habitual charleta por Binissalem y nos dirigimos hacia el Camí Vell d'Alaró con el Castillo en mente.

Subida sin más por la pista, donde algunos acusaron la falta de rodaje y otros el lastre de una reciente lesión enganchado en las piernas, aunque los dos subieron hasta el final porque se aferran más a la bicicleta que un juez a su poltrona. Día espléndido, si por calor en el tercer día de invierno entendemos como buen tiempo, y reagrupamiento bucólico entre corderitos en el restaurante.

Seguimos hasta el Pla des Pouet sin tener muy clara la opción de bajada. Descartado bajar hacia Orient por el problema de timing que suponía el Pas de s'Estaló (no íbamos a volver a Alaró por asfalto desde el Coll), las opciones eran las dreceres o subir por territorio comanche el último tramo de subida al Castillo para bajar por los escalones y reenganchar la pista.

La duda la despejaron dos Agents de Medi Ambient que justo cuando debíamos tomar la decisión aparecieron perezosamente con su jeep. Con esta gente uno nunca sabe si están currando, van a berenar o a buscar setas. Así que nada, una meada (totalmente legal) y bajamos por las dreceres.

Hubo algo de confusión respecto a una de las dreceres del primer tramo antes de llegar a Es Verger, pero luego ya bajamos del tirón. Es curioso para los del Raiguer que hubiese gente que o bien no hubiese hecho la bajada completa o bien que nunca hubiese hecho ni tan solo un tramo, siendo para la mayoría un clásico entre clásicos solo a la altura (quizás) de la Comuna.

Y el resto, descartado el Coll den Simonet, poco más. Ritmo jamonero hasta los coches, con algún conato de rollback por el tramo empedrado del Camí Vell, y de ahí a casa del sherpa que es como el sol: aunque no se le vea, todos los eventos orbitan a su alrededor.

Comida, bebida y risas entre buena gente y con un humor inmejorable como siempre. El espíritu BaixFort en pleno auge.

Salut i molts d'anys a todos: a los que rodaron y merendaron, a los que solo merendaron y a los que nada de eso... pues que la chupen!

PS: todo eran risas hasta que nos dimos cuenta de que el tartamudo quería jamón.

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