La primera penúltima del año.

Tras la salida del miércoles 6, festivo con motivo de la Constitución (de la que todo el mundo habla pero nadie para hacernos la vida mejor a los currantes) y del sábado siguiente por Palma, ambas sin crónica una por ser en festivo y la otra por baja del cronista, tocaba hoy quedada a las 8 en la gasolinera de Esporles.

Como habitualmente, la ruta era un misterio excepto para el sherpa; y es que una buena manera de mantener a raya las deserciones es no explicar adonde vamos hasta la misma mañana, ya in situ, dejando a la gente sin margen de maniobra.
Así que tras la ronda de saludos empezamos a rodar con seis grados en el termómetro pero con la previsión de un día espectacularmente bueno para la práctica del MTB, como así ha sido.

Rodamos dirección Camí des Pescadors con el Coll den Claret en mente. Una vez llegados al asfalto tomamos dirección Valldemossa unos doscientos metros para entrar en el bosque una vez superada la barrera. De ahí nos toca subir hasta Nova Valldemossa en uno de los tramos calientes del día para los musculares, especialmente en su tramo final con una pendiente endemoniada que no admite errores de trazada y que, además, va empeorando conforme te acercas al final.

Un vez en la urbanización fantasma (por no decir más irregular que el CGPJ) tocaba la bajadita divertida por el Plà de ses Piotes, tramo que le debemos a la (extinta?) SectaMTB y que nos ha servido para hacer un loop y volver por asfalto a la urbanización, con un ojo puesto a las huellas entre matorrales y carrizo indicativas de que probablemente exista una alternativa más mountainbikera.
Desde la urbanización tocaba pisar una parte del track para bajar por Sa Pinxa (o tramo Kapax) hasta Mirant de Mar, donde unos bikers se jalaban una merienda old school con Coca Cola incluída. Nosotros nos hemos lanzado abajo hasta el asfalto donde, ante la imposibilidad de bajar la Branson, hemos optado por hacer el tramo de Camí Vell, todavía perjudicado por los efectos del cap de fibló de hace cinco años, y en un plis nos hemos plantado (es un decir) en el Port des Canonge, donde a pesar de la rasca imperante había surferos pasándolo casi tan bien como Rody hablando de ortos y colitas.
Seguimos tras un frugal piscolabis de barritas sospechosamente caducadas y Marlboros para hacer la archiconocida Volta des General, la cual poco a poco recupera su vegetación absolutamente devastada por el huracán, y que no por archiconocida deja de ser siempre una gozada superados los tramos de las desembocaduras de los torrentes de Son Coll primero y Son Buñola después, las dos possessions que dominan el terreno desde las alturas.
Reencuentro en la carretera de Banyalbufar para subir por asfalto hasta el camino del (difunto) campo de futbol para evita empalmar el Camí des Correu desde el pueblo mismo pasando por la Font de la Vila. Siguientes puntos calientes del día para los musculares: el trozo hasta Sa Guixeria y más allá, aunque la recuperación del empedrado del camí des correu en ese tramo lo ha hecho asequible a la mayoría de los mortales.
Avanzamos por un concurrido Correu entre senderistas, runners, perros, ciclistas y domingueros varios hasta el desvío de lo que también llaman Sa Guixeria pero que en los mapas del IGN viene marcado como Clot de s'Aigo. Sea como sea, esta variante se ha establecido ante la bajada del Correu en sí, aunque un servidor opina que algún día hay que volver a los orígenes.

Ya en la carretera de Banyalbufar a Esporles nos queda remar unos minutos hasta el Coll den Claret y luego tirarnos para abajo para empalmar de nuevo el Camí del Correu, en sus dos últimos tramos seccionados por la carretera y que te dejan ya de vuelta dentro mismo de Esporles.

Ya no hay mucho más que contar a parte de que Eco empieza a coger sensaciones con la Canyon, que hemos recuperado a Maty y que el Pep se ha pagado las birras por sus 46 tacos.
Salut i pedals! 🤘🏼


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