Castell d'Alaró y Sollerich.

Encuentro a las 8 en Binissalem para, de nuevo, hacer un vago "algo" por el Raiguer y quemar las panades y robiols. Café medio mezclados con nuestros primos los Maifrén pero al empezar a rodar cada uno tira por su lado.

El nuestro empieza bajo un viruji importante en dirección al Camí Vell d'Alaró. Es curioso el mundo de la toponimia, ya que no hace mucho leí en otro blog de esto de darle a los pedales (el otro blog, de hecho) que era el Camí Vell de Binissalem. Y claro, es que la perspectiva es importante hasta en esto.

Superamos el camino a buen ritmo, lo que será la tónica general en todo el día. Y así lo es subiendo el Castillo, donde las prendas de abrigo empiezan a sobrar menos a Maxi que rueda medio enfermo y a Rody que solo tiene calentura para las cosas guarras.
Reagrupamiento y segundo asalto para coronar el Pla des Pouet y atacar el tramo final de los escalones con unas vistas despejadísimas hasta la bahía de Palma. Nos pertrechamos y nos lanzamos abajo por el camino que lleva cerca del restaurante. Tramo rocoso, revirado, muy técnico y una gozada que pone a prueba tanto la habilidad del ciclista como a la bicicleta y todo su recorrido de suspensiones.






Nuevo reagrupamiento y toca bajar las dreceres, otro disfrute endurero que nos deja con una sonrisa en la cara y, a la cubierta trasera del Miquel con un boquete que no hay churro que cierre. Así que no hay otra que tirar de cámara para poder seguir... unos doscientos metros, porque Serafín pinchó en el asfalto delante de Son Penyaflor. Así que a reparar también.

Cuando finalmente hemos retomado la marcha hemos tirado hacia Sollerich, y ya en Sollerich hemos ido por el senderito de s'Olivaret. Al enganchar la pista de nuevo, se ha decidido por ir a subir por Font Figuera, con el claro objetivo de matar a Maxi aprovechándonos de su convalecencia. Y es que los BaixFort son como las gallinas: siempre van a picotear a la que sufre.

Subida no muy larga pero sí exigente que, agregada a los casi 700 metros del Castell ha pesado en las piernas. Luego bajada por la trialera, bajada que a pesar de ser muy sucia debemos agradecer a los grandes sherpas del Raiguer haber podido hacer, ya que en sus incursiones por la Serra dedicaron una tarde de xorrac sessions a abrir paso.


Paso que no hemos encontrado muy libre que digamos después de la barrerita del caminito que conecta con la pista que va hacia la subida a Tossals y para el que debería buscar el nombre porque ni yo entendería a qué me refiero si no hubiera estado ahí. Llamémoslo Vietnam de momento para dar a entender que estaba más enmarañado que este último párrafo que acabo de escribir.

Ya en Son Ordines no hay mucho que decir más que el Miquel ha pinchado por segunda vez (y tenía otra cámara. Quién hoy en día lleva dos cámaras encima?) y que nos hemos ido encontrando Maifrens esparcidos por el camino hasta llegar al camino de Son Bonifai.


Llegada a Binissalem y cervezas de rigor para poner el broche a un día bonito e intenso de MTB por el Raiguer, que jamás defrauda. ¿Quién da más?

Salut i pedals! 🤘🏼

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