La primera del 21.


Tras una semana mal contada de turrones y excesos gastronómicos varios toca abrir el año en lo ciclístico. La intención primera, el Galatzó, se cambió por una ruta por Lluc debido a la previsión de lluvia que lo iba a embarrar todo. Así que quedada en Caimari a las 8 con un Massanella cubierto de nieve, lo que todos sabíamos atraería un aluvión de gente de todos los puntos de la isla a transitar por esa carretera y por esos senderos. Y más con bares, restaurantes e incluso centros comerciales cerrados... se avecinaba un bon merder que el propio alcalde de Escorca no ha tardado en denunciar por redes sociales. Pero nosotros a lo nuestro: ropa de abrigo y a pedalear.


Partimos por el Comellar de sa Coveta Negra hasta es Coll des Tudons, y de ahí sin contratiempos hasta el Salt de la Bella Dona y la Bretxa. Y de ahí hasta la casa abandonada de Es Guix (que, sinceramente, o la tiran o la terminan, pero es una vergüenza eterna...) y hasta un desierto Coll de sa Bataia para tomar un cafetito caliente pagado por Maxi, que con los dos grados que marcaban los termómetros de los GPS se agradeció.



Reemprendemos la marcha por carretera para ir a buscar el tramo de GR que baja desde el Galileu hasta la zona recreativa de Sa Font Cuberta, y desde ahí en dirección al Clot de Aubarca. La intención no es otra que ir a las casas de Es Cosconar, aún sabiendo que sólo se puede entrar en domingo y a pie, nada de bicis. Nuestra jugada era que con el mal día que se presentaba y con el granizo que en aquel mismo instante estaba cayendo, el paso en la barrera estuviera franco. Pero nada de eso, el vigilante estaba al acecho en el coche y ni llegar al portillo pudimos. Con muy buen talante nos mandó a tomar por saco, así que tocaba improvisar (como, de hecho, era previsible): unos tenían ganas de más ruta por lo temprano de la hora, y otros lo que querían era ir a berenar. Aunque con el día como estaba y los interiores de bares y restaurantes cerrados pocas opciones teníamos por la zona.


Regresamos al Coll de sa Bataia y más allá, y cuando algunos ya habían superado la casa abandonada de Es Guix tenemos que dar media vuelta. Maxi tiene la premonición meteorológica (errónea) que la nube escampará y quiere hacer Pilons. Y si Maxi quiere hacer Pilons se va a Pilons, así que todos Coma Freda per amunt con el granizo arreando de lo lindo.


En la caseta pago del impuesto de rigor (la pasta que debieron facturar en el Massanella ese día...) y seguimos compartiendo camino con otros ciclistas, runners, senderistas y domingueros varios que parecía que pisaban la montaña por primera vez, lo que personalmente en un día de nieve y temperaturas rozando los 0º no me parece la mejor idea. Y a la llegada al Coll de Mancor más gente que fluía desde todos los senderos al cruce de caminos. Sesión de fotos y naranjas de Son Gisca traídas por el Pinturas y abandonamos el Coll dejando a algunos buscando el funicular de acceso a la cima del Massanella 🤔.


La bajada sin complicaciones. Incluso más limpia de lo que alguno recordaba de la última vez, aunque con triple percance: Fabián tiene que meter una cámara por llantazo (la nube le salvó la llanta), a Luis se le parte la válvula y tiene que sustituirla por otra tras la ardua tarea de destalonar su rueda y unos metros más abajo Jaume también da un llantazo y tiene que meter un churro con la siempre inestimable ayuda de Miquel aka The Mechanic.


Tras las pertinentes reparaciones pasamos por Can Bajoca y llegamos a la caseta del guarda de abajo. Y poco más: regreso a Caimari por asfalto y una vez ahí presenciamos una marabunta de coches repletos de gente que ha sentido la llamada de la nieve y que acuden en masa a hacer sus muñequitos y fotos navideñas. Cada uno disfruta como quiere del monte, y aunque a los habituales nos fastidie pues están en su derecho. Nosotros, tras cruzar unos saludos con algunos de los Maifren que rondaban por la zona, nos metimos cada uno en su vehículo con la calefacción a toda mecha y nos fuimos a casa justo a tiempo de evitarnos un bon xop. A excepción de los más cerveceros y vigilantes de las tradiciones, que pusieron la guinda en Can Pep des Plà. Y listo: buena ruta, buena gente y buen día de MTB invernal. Qué más se puede pedir? Bueno, sí permiso de paso para rodar por Es Cosconar....


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