Coma den Vidal i Comellar de Ses Sínies.


Encuentro a las 8 de la mañana en el aparcamiento municipal des Capdellà para hacer un rutón de pinyol vermell, la que figura en el título de esta entrada.

A los BaixFort congregados se nos añade una vez más Papito, buen conocedor de la zona y que nos añadirá detalles de su cosecha propia, aún a pesar de no poder terminar la ruta por falta de batería.

Saludos y, en cuanto Xouanar aka "Me acuerdo de que tengo una bici por revisar el sábado por la mañana" consigue despinzar su freno delantero para poner la rueda, partimos en dirección a Estellencs. Empezamos rodando por asfalto, donde de bien temprano empieza a apretar el calor de una forma insólita en esta época, y tocamos tierra por primera vez al desviarnos por el Camí de Ses Penyes, una alternativa suave y rodadora a la carretera que, a grosso modo y con tramos de asfalto intercalados, nos lleva al final de sa Coma Freda. Ahí hemos enfilado el último tramo hacia el Coll de sa Gramola.




En el coll Papito se ha sacado de la chistera un dron con el que nos ha tomado unas fotos y un vídeo. Espectacular, pero además nos ha enseñado una alternativa para reducir la cantidad de asfalto hasta llegar al desvío de la Coma den Vidal. Un camino que si bien no es largo se agradece.

Tras despedirnos de Papito y su dron hemos bajado por dicho camino y transitado por carretera un rato. Si bien el asfalto no es plato de buen gusto para nadie, hay que decir que transitar por la carretera de la Serra es una gozada por las vistas que ofrece, con su inigualable combinación de mar y montaña.

Tras otro camino de tierra y otro trozo de asfalto, y venidos algo arriba (todo hay que decirlo) hemos valorado subir hacia la Coma den Vidal por el Comellar de Ses Selles, pero a la vista del percal que prometía de bicicleta al cuello durante un tiempo indefinido y con pasos probablemente difíciles entre rocas, hemos optado por mantener el plan A. Así, nos hemos dispuesto a cruzar los túneles en dirección a Es Grau preguntándonos qué necesidad hay de grafitear los marges de los miradores.

Llegados a la subida de la Coma den Vidal, poco hay que añadir. Apretar los dientes y el culo para superar sus endemoniadas curvas y su pronunciada pendiente, estando atento a las pequeñas zonas de respiro que ofrece.

Llegada al refugio y breve parón para observar el lugar... cerrado para variar. Charleta, fotos y reemprendemos la marcha para llegar hasta el Coll des Carniceret. Ahí, subidos a las mismísimas barbas del altivo Galatzó, nos pertrechamos con protecciones y nos lanzamos cuesta abajo.

La bajada es un pedregal muy técnico con complicadas curvas cerradas a diestro y siniestro en su primera parte. Luego la cosa mejora pues la pendiente se suaviza y las curvas menguan. Y hacia el final incluso se puede imprimir cierto ritmo. Pero una cosa es segura: quien quiera flow no es el lugar donde ir a buscar.

Llegamos a la sínia y, después de que el Pinturas punyi la horquilla de su Santa Cruz nos encaminamos hacia las casas del Galatzó y desde ahí, después de que el dúo Pimpinela reparara el pinchazo en la Focus, en dirección al aparcamiento, sorteando a gente que gracias al tiempo primaveral había salido a estirar las piernas.

Y nada más. Nos reencontramos con Papito en el aparcamiento y nos bebimos unas birras cortesía del Pinturas. Salut i pedals Jose, y nunca mejor dicho!


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