Sóller a la mallorquina.


Quedada a las 8 de la mañana en Sóller para una ruta clásica por la vall, pero atípica puesto que el grueso del grupo está en los Pirineos haciendo los tracks de Arán a pesar de la inestabilidad meteorològica. Inestabilidad que también por Mallorca se manifestaba en forma de una fina lluvia de camino al lugar de encuentro.

Salimos los cuatro mallorquinos rodando plácidamente en un agradable ambiente fresco para subir por el Pujol den Banya buscando, cómo no, empalmar con el Camí de Castelló. El ritmo era hoy calmado debido a la ausencia de eléctricos y del sherpa, y muy tranquilo y sosegado porque éramos menos que de costumbre y, sobretodo, porque no había pelotudos armando quilombo... aunque en el fondo se les extrañe.


Llegamos a Can Mico sin habernos mojado y, tras un breve pausa con charla de sección de sucesos al estilo Ultima Hora, seguimos hasta llegar a la era y decidir subir por la barrera. Un subida intensa que discurre por precioso camino dentro de un encinar moteado de ramas arrancadas por Justice y que a la larga baja por entre olivares que se están recuperando exterminando los pinos, hasta llegar a Deià donde la barrera no se ha abierto (se ve que el sherpa se llevó la llave a la península) y hemos tenido que bajar por la estrecha escalerilla.

En Deià hemos hecho la parada de rigor en el colmado, donde hemos podido comprobar que el cambio de propiedad va en detrimento de la autenticidad del sitio (y por extensión de los bocatas que nos jalábamos durante las travesses y que requerían de doble asalto) por donde desfilan toda clase de gentes de todos los puntos de Europa: desde ingleses bohemios a alemanes vestidos de lycra que hubieran abochornado a todas las viejas del lugar 70 años atrás. Pero ya no estamos 70 años atrás si no en el siglo XXI, así que nos tomamos un cafelillo Nespresso exactamente igual que el que otra persona podría estar tomándose a la misma hora en un suburbio de Johanesburgo, y al lío.

Lío que no es otro que remontar por el Camí de Castelló hasta la era para cerrar un primer círculo primero, y luego bajar para ir a buscar el Camí de Son Sales y así llegar a Sóller y completar el clásico 8. 

Ningún hecho destacable excepto la gran cantidad de catalanes que hemos encontrado invadiendo el camino, y que lo húmedas que estaban las piedras no nos ayudado precisamente a superar las zonas de escalones que salpican todo el camino. Es de extrañar por cierto que lo que antes se llamaba Can Bleda se llame ahora Hotel Corazón, en un atentado más contra la esencia de nuestra isla... o en una pista más de que ciertamente el propietario es un poco putito.

Llegados a Sóller mojados de sudor pero secos de lluvia, cervezas de rigor (pocas) en petit comité en el bar Can Lluís por donde desfilaban centenares de coches a la caza de un sitio donde aparcar en este parque temático en que estamos convirtiendo nuestra isla.

Un día más, buena ruta y buena gente. ¿Qué más se puede pedir?

Salut i pedals! 🤘🏼

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