Ibiza 2019


Los días 5, 6 y 7 de Diciembre parte de los Baixfort nos embarcamos a realizar una de las propuestas de Tracks de Ibiza en la isla vecina. A saber, el sherpa Fabián junto con los hermanos Sebas y Mati Antonino, Serafín, Luís, Toni eléctrico, Toni Alomar, Jaume, Rody, Jose y Miquel.


Salida a las 8:00 del puerto de Palma y llegada prevista a las 10:00 en el puerto de Ibiza para empezar a rodar y completar un largo primer día con final en Es Cubells.


Llegada al puerto con prácticamente una hora de retraso sobre el tiempo previsto, entrega de maletas a la chica de la organización (más de uno estuvo tentado a irse con ella en la furgoneta...) y empezar a rodar. Día metereológicamente perfecto (como iban a ser también los demás) con lo que antes de salir ya quitamos ropa de abrigo.


Quizás lo más difícil del día fue salir de Ibiza ya que los diferentes Garmin que usábamos marcaban todos itinerarios diferentes para llevarnos al inicio del track, con lo que se formaron varios grupos hasta llegar al Coco Beach de sa Platja den Bossa y, ahí sí, empezar a rodar todos juntos por una isla desierta. Quién ha visto Ibiza solamente en verano difícilmente puede concebir el cambio que experimenta en invierno, con calles y aparcamientos desiertos y locales cerrados.

Primera parte de calentamiento visitando sa Torre de sa Sal Rossa y de ahí a rodear Ses Salines, con lo que la discusión sobre el track a seguir llegó a su clímax y se llegó a la conclusión de seguir nada más que uno (el del Mati, que pinta las rayas más claras que ningún otro...) aunque nos indujera a error.


Visitamos otra torre, en este caso la llamada de Ses Portes, y empezamos a abandonar la zona de Ses Salines deshaciendo parte del camino recorrido para llegar a ella. En lo que nos quedaba de día no íbamos a atravesar ningún otro pueblo hasta llegar a Es Cubells.


Durante el trayecto nos íbamos haciendo con el paisaje, que sin ser diferente del mallorquín en cuanto a elementos sí era diferente en cuanto a que estaba sembrado de pequeños puigs por todas partes, con lo que el terreno sin llegar a grandes altitudes no presentaba grandes llanuras. Esto nos confirmó lo que ya imaginábamos: la ruta iba a ser muy rodadora y con pocas trialeras. Durante el primer día rodamos a un buen ritmo sólo interrumpido por un accidente de quien escribe estas líneas, que se pudo remediar en gran parte gracias al botiquín de Luis (gracias Luigi!). Lamentablemente no tenemos imágenes de la cara de Toni eléctrico en el momento de quedarse sin batería a cinco kilómetros del final, todos cuesta arriba.

Una vez llegamos al alojamiento donde nos teníamos que hospedar la primera noche en Es Cubells nadie salía de su asombro. Aunque todos sabíamos que íbamos a pernoctar en un convento, lo que no sabíamos era que también estaríamos sujetos a la rígido régimen de la vida eclesiástica que nos impuso Sor Sorda. La primera penitencia: llegar y no poder beber cerveza pues el convento, además de católico, era abstemio.


Ducha rápida en la parte lujosa del convento, si por lujo entendemos agua caliente y corriente de 220v, toque de queda por parte de Sor Sorda, y al restaurante, único del municipio y donde nos la clavaron bien clavada. Vuelta al convento con la consiguiente ruptura de la paz espiritual de las residentes y al sobre. El segundo día aguardaba y el sherpa tenía prisa por empezar temprano a rodar.


Desayuno rápido y escaso vigilado por Jose (recién nombrado capitán por gracia divina) y a rodar. La primera parte de la ruta nos acercó a un mirador donde pudimos observar la isla des Vedrà y luego nos acercamos a Sant Josep de sa Talaia por el monte que, con buen criterio y coherencia, se llama sa Talaia de Sant Josep. Ahí nos encontramos con la pendiente más pronunciada del viaje que nos hizo poner pie y patear a más de uno, pero que por contra también dejó la trialera que más sonrisas puso en el rostro del grupo tras haber sido recomendada por unos bikers locales.




Comida rápida en el pueblo, carga de baterías eléctricas y preparados para la segunda parte del día.


Rodeamos la Talaia por la cara norte, que por ser más umbría hizo que en muchos momentos el barro nos impidiera traccionar y por tanto subir sin poner pie, y encaramos hacia el mar. Bordeando la costa por un bonito paisaje llegamos al final de etapa: Sant Antoni de Portmany. Lugar en el que por su condición de pueblo importante esperábamos encontrar cerveza a romper para compensar la abstinencia del día anterior. Como así fue.


No sólo había cerveza en Sant Antoni, sinó incluso un pre-show de la Navidad con un paseo marítimo lleno de familias que se acercaban a chiringuitos de comida y a un impresionante árbol de Navidad. Lo mismo hicimos nosotros antes de ir a cenar a un espléndido restaurante que nos habían recomendado desde la organización.


El tercer día estaba servido, el más largo y de mayor desnivel de los tres días. Aún así los ánimos eran altos: todos llevábamos bien el desgaste porque el terreno no había sido en ningún momento excesivamente exigente ni física ni técnicamente... aunque sí para el cierre de la batería de Rody, que no tenía a bien quedarse en su sitio por más que los mecánicos e ingenieros del grupo lo intentaban.
Empezamos a rodar pues por asfalto primero y luego por senderos entre incontables puigs que vete a saber tú como se llaman, en dirección a Santa Gertrudis, donde paramos a comer de menú. Nos quedaban todavía unos 30 kilómetros para llegar a Ibiza ciudad y unos alarmantes 900 metros de desnivel que, al final, resultaron no ser más de 500.


La sensación de la parte final de este tercer y último día fue la de dar vueltas en llano sin mucho sentido ni interés, habida cuenta de que en el grupo lo que más se disfruta son las bajadas técnicas, que brillaron por su ausencia. Aún así, en el grupo se olía la satisfacción (los que íbamos a la cola, podíamos oler algo más desagradable también...) por tres días de buen MTB.


Al llegar a Ibiza había organizada una carrera que nos impidió subir a Dalt Murada, así que improvisamos una foto a los pies de la escalera y buscamos un bar donde hacer tiempo (y cervezas) hasta las 20, hora de partida del buque de regreso a Palma.

Buen viaje, buenos días de MTB y sobretodo buena compañía.

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