Ses Clavegueres o como titular una crónica cuando no se sabe qué poner.

 

Quedada a las 7'45 en Can Borreó convocada por el tele-sherpa Fabián, que esta semana sería baja y de ahí que tengamos muchísimas menos fotos. Ahí, sabiendo que tocaban birras gratis pagadas por el cumpleañero Salinas, nos concentramos un huevo de gente. La mayoría habituales de los BaixFort, otro conocido y otro nuevo, colega del Salinas recogido del más oscuro suburbio de Ciutat: el Coll den Rabassa.

Salimos sin esperar a nadie con el Serafín (también conocido como el Mourinho de Córdoba) a la cabeza: había partido a las 12 y no era cuestión de llegar tarde. Rodamos con una rasca importante por el Camí Vell de Santa Maria a Alaró hasta llegar a Los Damunts. Ahí había una mostra donde pudimos comprobar que el pastoreo, aunque sea entretenido de ver, es un deporte que está lejos de llegar a las masas: había más ovejas que público. Pero nosotros, a los nuestro: callejeamos hasta llegar a la subida al Castell d'Alaró en la que el Miquel Àngel nos reveló algo que, en el fondo, todos sabemos. Algo que, todos lo sabemos, es una excusa. Algo con lo que nos autoengañamos porque somos así de gilipollas. Y es que, en el fondo, si cambiamos de bici es por capricho. En un nutrido grupo de bikers y e-bikers con todos los desarrollos imaginables, con todos los recorridos de suspensión pintados o no de kashima, con carbono, con 27'5" y con 29", el que llegó primero al restaurante fue un 26". 


Desde el restaurante subida hasta el Plà des Pouet y allí, una vez puestas las protecciones, nos tiramos para abajo hacia el Coll d'Orient, donde había un cursillo de Pedra en sec que, por la postura de sus integrantes y de los que lo impartían, bien podría llamarse cursillo de Fer sa gerra. Pero bueno, nosotros llegamos al asfalto con buenas sensaciones por la bajada y tocaba ahora rodar por el frío del valle hasta volver a tocar tierra subiendo hasta el Coll d'Honor por las dreceres. Como en el grupo cada vez hay más carretero encubierto con costumbres aristocráticas, alguno tuvo la idea de parar en el pueblo a tomar un café, pero a los que íbamos en cabeza no nos llegó el aviso por lo que seguimos y tuvimos que esperar en una cuneta viendo pasar corredores con bicis de todos los precios. Y todas hacía el mismo ruido feo al atravesar el bache que había justo enfrente de nosotros, lo que supone toda una metáfora de la vida.


Reagrupados ya tras una interesante charla de cómo afrontar este año las comidas de Navidad sin nuestros respectivos cuñados y suegros, subimos por las mencionadas dreceres hasta el Coll d'Honor; y desde allí remontamos un trozo hacia el Coll des Picó para desviarnos a la izquierda con la intención de hacer la bajada de Ses Clavegueres hasta el inicio del torrent de Coanegra (o des Freu, que también así se le llama). Y hablando de toponimia, había cierto debate sobre el nombre de este tramo. En el grupo algunos lo llaman el bosque encantado, lo que es un error porque el bosque encantado oficial del mundillo biker se encuentra arriba de la comuna de Bunyola (lo que en realidad se llama Coma de s'Aigo). Otros apostaban por Comuneta Reial, por el nombre del segmento del Strava, aunque también parece ser un error, doble además. Por una parte parece que si bien existió una comuneta que los bunyolins robaron a Orient en un arranque de imperialismo de foravila, los restos no privados que de ella quedan están en la parte que baja del Pas de s'Estaló hacia Es Freu; y éstos pasaron a llamarse Comuneta de cals Reis, no Comuneta Reial.

Pero bueno, a lo que vamos es a que la bajada hasta Es Freu es rápida y divertida, un lugar donde encontrarse con algo similar al flow y que en un terreno como Mallorca donde eso no es habitual, hay que paladearlo. Bajada que nos dejó un buen sabor de boca a todos, menos al Xou que ya iba tocado de hacia un rato y con avisos de calambre en sus piernas. Reagrupamos pasado el botador y el grupo sigue, aunque algunos paramos para recuperar mientras nos fumamos un cigarro, lo que técnicamente es contradictorio. Últimas caladas entre alabanzas a la ropa del AliExpress y emprendemos el ascenso por las curvas rotas del camino hacia Santa Maria por el que transitaban senderistas, runners y domingueros varios.


Reagrupamos al inicio de la bajada (menos el Maxi y el Serafín, que habían salido ya por problemas con el timing) y ahí ya cada uno a lo suyo por un terreno todo lo contrario al de la bajada anterior: el anti-flow está presente casi hasta Son Pou en una sucesión de pedruscos y escalonacos no apta para todos los estómagos... ni suspensiones. Por ahí al Rodi se le metió la patilla en el radio de su nueva (y espectacular) Cube Black Money, y dos metros más allá Jaume se quedó panza arriba haciendo la cucaracha, y con un zapato menos además. Pero ambos seguimos sin problema.


Y tras la llegada a Son Pou nada más digno de mención en cuanto a la ruta. Le cantamos el cumpleaños feliz al Salinas, Perlenbachers bien frías para todos y buen rollo. Qué más se le puede pedir al sábado por la mañana?

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